En este último mes (noviembre 2017) se ha celebrado el juicio por la violación en grupo de los San Fermines 2016. El juicio ha sido muy mediático y, como ocurre siempre en los casos de violencia contra las mujeres, la víctima, la mujer, pasa a ser la acusada, la investigada, la juzgada.
Afortunadamente las redes sociales nos permiten a las feministas encontrar formas diversas para expresarnos, para seguir denunciando, visibilizando, y luchando.
En la manifestación del 25 de noviembre contra las violencias machistas, las calles se llenaron de mujeres de todas las edades, muchas de ellas jóvenes, haciendo retumbar el aire con sus consignas en apoyo a la víctima de la violación en grupo.
Nosotras queremos recoger aquí algunos de los textos y vídeos que se han difundido por los grupos de whatsapp en este último mes, para que no se olvide, para seguir visibilizando, para seguir apoyando.
Va por C, por ella y por todas las víctimas de violación. Porque nosotras no necesitamos una sentencia judicial, para creerlas:
“Una mujer es violada en España cada 8 horas.
A veces, incluso, en manada.
Como presuntamente esos 5 hombres “guapos y ligones que no necesitan violar” y que follaron a UNA entre cinco en los sanfermines de 2016.
UNA, es una chica de 18 años que está de fiesta y se ha perdido de sus amigos y estos 5 “caballeros” se ofrecen a acompañarla hasta su coche para que pueda dormir.
A mitad de camino la meten en un portal y le introducen las pollas en la boca, en el coño y en el culo hasta que se corren; y le cogen el móvil y le quitan la tarjeta y lo rompen y se van y la dejan ahí.
Y hay vídeo.
Porque al machismo no le basta con follar, tiene que saber que puede follar, tiene que compartir que ha follado, tiene además que encender en otros machos la luz de la hazaña pornográfica.
Porque parece que a los hombres les gusta más que otros hombres sepan lo que son capaces de hacer o no hacer que el propio hecho de hacerlo.
Y para ello utilizan los cuerpos de las mujeres para sentirse poderosos.
Porque las violaciones no tienen que ver con el sexo: tienen que ver con el poder.
Y a los hombres, al parecer, lo que se las pone dura es el poder.
Romper la resistencia.
Porque no entienden que NO es NO.
Aunque insistas, NO es NO.
Es mentira lo de los juegos absurdos, ni los tiras ni aflojas, ni las estrategias, ni chicas que se hacen las difíciles.
NO es NO.
Y el NO ha de valer exactamente lo mismo que cuando un hombre dice que NO.
¿Alguien me puede decir cuántos hombres que dicen NO son violados por un grupo de mujeres en las fiestas? ¿Cuántas mujeres van con dildos en sus bolsos para acorralar a los hombres en los portales e introducírselos por todos sus orificios? ¿Eso pasa cada 8 horas? NO.
NO es NO.
Y tú, hombre, si haces caso omiso a la voluntad de una mujer, estás ejerciendo violencia machista sobre ella.
NO es NO y da igual la ropa o la actitud de las mujeres.
NO es NO aún con las bragas bajadas.
NO es NO incluso aunque sea tu novia.
Sólo SÍ es SÍ.
Pero parece que los hombres no lo entienden.
Por toda esta mierda de “LA CULTURA DE LA VIOLACIÓN”.
Una cultura que además asume como “normal” que se ponga en duda a las mujeres que son víctimas de agresiones sexuales por parte de los hombres.
¿Qué hace una chica de 18 años sola en una fiesta?
Divertirse, porque las mujeres tienen derecho a poder disfrutar de la vida sin ser violadas.
¿Por qué no se defiende?
Claro, porque las mujeres son las que tienen que defenderse de los violadores, no los violadores dejar de violar, y si no lo haces, por miedo, o porque te quedas bloqueada, o porque tu defensa es desear que todo acabe rápido, que no te desgarren por dentro, que no te maten… entonces, tienes que probar que no querías.
Si no cerraste bien las piernas, es que en el fondo querías, guarrilla.
Es terrible que las mujeres víctimas de agresiones sexuales sean doblemente juzgadas por la opinión pública como incautas, o imprudentes, o locas.
O como mentirosas, vengativas o manipuladoras mujeres.
Porque con eso lo único que se consigue es que las mujeres tengan pánico a hacer públicas las agresiones que sufren.
Porque las hacemos sentir culpables por ser violadas.
Y aquí los únicos culpables son los violadores.
Las mujeres violadas necesitan que la sociedad les diga YO TE CREO.
Porque si no, estamos alimentando “la cultura de la violación” constantemente.
Y cuando se produce una violación nos llevamos las manos a la cabeza.
Menos manos a la cabeza y más feminismo.
Feminismo para que los hombres entiendan que las mujeres no están para cumplir ninguna de sus fantasías.
Que para llevar a cabo las fantasías se necesita el acuerdo de la otra persona.
Feminismo para esa amiga de “la manada” que dice que ellos son gente que liga y que no necesita violar.
Feminismo para esos jueces y juezas que cuestionan si se cierran bien o no las piernas.
Feminismo para que el poder cambie de manos.
Feminismo para fortalecer el músculo de la empatía.
Feminismo para todas y todos y en todos lados, ya.
Feminismo para que cuando una mujer dice que NO, sea NO”.
“No eran humanos, no eran animales, los animales jamás harían algo semejante, ellos eran monstruos, depredadores sexuales capaces de todo para satisfacer su lujuria. Ella salía de fiesta, a divertirse; ellos salían de caza, a destrozar vidas ajenas, y sus caminos se encontraron para no separarse jamás, porque la huella de una violación permanece, es una cuchilla que desgarra el alma día a día, mes a mes, año a año, nunca se borra. Y no lo hace porque es una sociedad tan machista como la nuestra se protege más al violador que a la violada.
Sembrar la duda es la táctica que siempre utiliza el machismo, pero para que funcione, para que cale, hace falta una sociedad receptiva, y la nuestra lo es.
La engañaron, la metieron en un portal, la rodearon, la desnudaron, taparon su boca para que no chillara, la penetraron oral, vaginal y analmente entre los cinco, grabaron la violación con el propósito de difundirla, le robaron el móvil para que no pudiera pedir auxilio de manera inmediata y se fueron a seguir cazando, pero no es suficiente.
No es suficiente porque en esta España medieval es la doncella la que debe demostrar su honra.
Y este contexto es el que aprovechan los violadores para poner el foco sobre la víctima, porque ellos “no tenían necesidad”, “ellos eran gente guapa que tenía mucho éxito con las chicas”, porque ya sabemos que son las mujeres las que incitan, las que provocan, las que sacian su lujuria, las que se excitan cuando son violadas. Por eso el juez no admite como prueba los mensajes de whatsapp de “la manada” y, en cambio, si admite el informe de un detective, contratado por uno de los violadores, que intenta desacreditar a la víctima indagando en sus redes sociales, rebuscando en su vida privada.
Pero el informe no contará que para ella ya no hay vuelta atrás, no contará lo que significa sentirse vejada, no hablará de sus pesadillas, ni de su angustia, ni de su miedo, ni de su silencio. Eso no importa. Ahora la juzgada es ella, pero eso no importa.
Y no es solo ella, son muchas más las que han tenido que pasar por la vergüenza de verse señaladas, por la impotencia de tener que ver a una parte de la sociedad defendiendo a los violadores. Una sociedad que, basta con ir de compras o poner la TV, ha convertido a las mujeres en seres creados para el uso y el disfrute de cualquier monstruo que pase a su lado. Una sociedad que le ríe las gracias al Sostres, al Motos o al Bertín de turno. Una sociedad que legitima y encubre a los violadores.
No podemos seguir así, no podemos mirar hacia otro lado, tenemos que hacerles frente con los recursos que tengamos a mano. Tenemos que señalarlos, ellos saben lo que han hecho y piden privacidad, piden que no se difunda su imagen para, cuando la justicia lo permita, que visto lo visto puede ser en cualquier momento, poder seguir con sus vidas como si no hubieran roto la de una chica de 18 años, como si nada hubiera pasado. Y no, no lo vamos a permitir”.
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